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Mostrando entradas de febrero, 2008

El orgullo del barrio

( Tribuna Universitaria, 11feb08) (no nos está permitido hablar de la belleza en los telediarios, y sin embargo lo hacemos continuamente con cualquiera de los nombres propios). Ella coge con fuerza los extremos de las mangas, los aprieta contra sus dedos en un estiramiento imposible. Las mangas de su jersey nuevo, o al menos parece nuevo, recién descolgado de una percha de stradivarius. Las mantiene apretadas como si tuviera miedo a perderlas, como si fuera consciente de que su muñeca, de ser descubierta, fuera a desencadenar la tercera guerra mundial. Como si no apenas se diera cuenta del peligro que suponen sus nucleares caderas, recién entradas en los dieciséis, o el roce de sus rodillas con la falda mientras sube al autobús y busca asiento con la mirada por encima de la carpeta. Ella nace a las ocho y veintitrés del parque público que está al final de la calle que está al final de una ciudad demasiado grande. Un lugar demasiado común, poco visitado por los poetas y por los ...

Las palabras

( Tribuna Universitaria, 4feb08 ) Las palabras se conocen en la base del estómago. En el aparcamiento de los sentidos, justo detrás del ombligo, por donde entran primero las vistas del Monte de Venus y el tacto de las naranjas de hace dos semanas. Es allí donde quedan a todas horas para construir sus frases y los discursos del Rey, los carteles del metro y el nombre de todas las ciudades extranjeras. Un poco más arriba o más abajo dependiendo de la gravedad del asunto a hablar; unas cuantas palabras más o unas cuantas menos dependiendo del público, el frío o la hora de la noche. En este universo silábico las transacciones se hacen con fotos de Capa, o de Chema Madoz, dependiendo de la imaginación de cada familia sintagmática, porque todo el mundo allí conoce aquel viejo proverbio que dice que vale más una imagen que cien hombres. Y se elaboran auténticos tratados sobre la muerte, sobre cómo será pasar el resto de la eternidad en un diccionario o en un fotograma. O en el viento, esperan...